Peter Brook en una ocasión definió el teatro de Grotowski como el único teatro de vanguardia en donde quizás la pobreza no era una desventaja, donde la escasez no significaba carecer de medios adecuados y que por ello su investigación nunca se vio saboteada, ya que esta lo que escudriñaba eran las condiciones esenciales del teatro.

Cierto es que tenían muchos puntos en común, Peter Brook decidió llevar a Grotowski a Inglaterra para trabajar juntos durante dos semanas. Brook se negó a describir ese trabajo por el temor de las consecuencias que conlleva verbalizar un trabajo que se caracterizaba por lo práctico, por el temor de destruir o complicar ejercicios muy claros en su unidad integral, a lo que añadió:

“Porque será un trabajo libre solo si es confidencial, y lo confidencial depende justamente de que no se revelen las confidencias.”

Pero sí señaló el impacto que a cada actor provocó, induciéndolo a preguntarse finalmente el por qué eran actores, con desafíos cara a cara, con la consciencia de sus propias evasiones, trucos y clichés con los que enfrentaban el proceso de trabajo, la percepción de los recursos propios, todavía desconocidos y con la certeza definitiva de que el teatro es un arte de absoluta dedicación, total y conventual. Peter Brook fue el primero en nombrar el teatro grotowskiano arte como vehículo (vehículo de indagación, de búsqueda del ser).

Esos paralelismo y puntos de contacto, existentes entre ambos directores, hicieron posible el acercamiento. Aunque no todo se trata de igualdad, eran diferentes en cuanto a que Grotowski dirigía un laboratorio necesitando, solo ocasionalmente, tener un reducido público, creando una forma de servir. Peter Brook trabajaba en otro campo y por supuesto, con otro lenguaje y tradición, buscaba que su teatro implicara una nueva relación isabelina vinculando lo privado con lo público, lo vulgar y lo mágico, necesitaba más multitud en la escena y en la sala para conseguir compartir, desde la primera, las verdades más íntimas de individuos con las de los espectadores, convirtiéndose así en una experiencia colectiva.

Grotowski, como ya hemos visto, no sólo buscaba un número reducido de público sino que también trabajaba con un número reducido de actores, entre otras cosas, debido a su método de trabajo directo con el actor. Por otra parte, Brook y las compañías Royal Shakespeare no disponían del tiempo suficiente para desarrollar la individualización, composición del trabajo grotowskiano, hacia un trabajo que cuidara al actor de caer en clichés y demás elementos sombríos de la actuación, quizás por ello Royal Shakespeare estaba dispuesta siempre a actores jóvenes que no estaban viciados como podrían estarlo los actores del “teatro rico”. Peter Brook dijo en una ocasión:

“Hoy, en un lugar de Italia, en Pontedera, un solo hombre hace las experiencias más extremas, más atrevidas que existen en el teatro, nadie más puede hacerlas por la simple razón que este hombre ha dado su vida a la investigación y ha adquirido una experiencia y un conocimiento en este ámbito que son únicos” (Máscara nº12 – 13: 125).

Brook señaló los malentendidos que han surgido alrededor del teatro de Grotowski, él llegó a captar la esencia de lo emprendido por este director polaco. Ante ello, Brook respondió con certeza a la pregunta que quedaba en el aire para muchos directores y actores: ¿qué tiene que ver con el teatro este trabajo si no existen representaciones?, Grotowski había cesado de hacer espectáculos, uno de los motivos fue el hecho de que la representación teatral no lograba satisfacerle su necesidad de transgresión. En 1984 el Teatro Laboratorio había desaparecido, siguiendo con las enseñanzas por todo el mundo, mientras Grotowski vivía como apátrida en el extranjero.

Brook defendió un trabajo de investigación serio y profundo que debía ser protegido, pero lo cierto es que Grotowski no estaba oculto y ninguno de sus trabajos tenían ese carácter. En Pontedera, hizo varias demostraciones, algunos grupos de teatro intercambiaban con él el trabajo propio y también asistían muchos para formarse por largos meses o por más tiempo, Grotowski escribió y habló ampliamente sobre esta experiencia y sobre su labor en general, por otra parte deseaba que su trabajo no se imitara de ninguna manera, exigía un movimiento similar al de él acompañado de una búsqueda propia, creía en un estudio propio nacido a partir de la culminación del suyo, tal como lo hizo él con Stanislavski, ¿tendría esto que ver con la aclaración de Jaroslaw Fret sobre la autenticidad de su trabajo?, una autenticidad indudablemente comprobable si asistimos a cualquiera de sus espectáculos, aunque, y hay que decirlo, no divorciado de el arte como vehículo de Jerzy Grotowski, o ajeno, como bien afirmaba el joven director.

Se trata, en conclusión, de dos directores que compartían el mismo objetivo pero que diferían en el camino hacia el. Así que el trabajo de Grotowski lo lleva a penetrar cada vez más al mundo interior del actor, hasta el punto de dejar de ser actor y convertirse en un hombre esencial, en un principio donde el director y el espectador son necesarios para la intensificación de ese proceso, pero a medida que se hace más profunda la acción, todo lo externo – director y espectador – debe descartarse hasta la ausencia del propio teatro: solo un hombre representando su drama final. En el caso de Peter Brook, la dirección es opuesta, se aparta de la soledad, como ya hemos mencionado antes, en busca de una percepción más aguda en tanto es compartida, la presencia del actor y del espectador producirán la intensidad necesaria para romper barreras, ambas verdades, la pública del espectador y la privada del actor se amalgaman, inseparables, para formar parte de una misma experiencia esencial.

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