Carmen Baroja.

«La cocina de hierro, puesta al rojo, se cubría de cacerolas, cazos y marmitas […] La cocinera, gorda y mofletuda, sudaba y se volvía loca para resolver los conflictos […] Los chicos de los caseríos […] lamían, chupeteaban y rascaban los moldes de los bizcochos […] Los invitados, con toda la comitiva, subieron de la capilla […] Juan salió un momento […] escribió una esquelita “Martinito: Hoy, el día más feliz de mi vida me acuerdo de ti con el cariño de siempre. Rosa te ha cosido este traje […] aunque a vosotros los duendes, no os gusta el pago de lo que hacéis por cariño. […] La metió en un sobre, tomó dos paquetes, uno con el traje y otro con chocolatines, y lo subió al desván de su casa, dejándolos en un rinconcito, junto a la pared.»

Fragmentos de Martinito el de la casa grande (1942).

(Extraído del Blogger de Beatriz, Doctora en Filología Hispánica).

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