La Pedrera-Casa Milá del arquitecto Antoni Gaudí, máximo representante del modernismo catalán.

El Modernismo literario se enmarca en un período cronológico un tanto difuso, aunque podemos afirmar que su desarrollo pleno corresponde a la etapa que va desde el año 1880 hasta 1920. Recordemos que Modernismo es un término general que se aplica al conjunto de corrientes de renovación artística que tienen lugar en el mundo occidental y en América, y que se caracteriza por un acentuado sincretismo, inspirándose fundamentalmente en el Simbolismo, Romanticismo y Parnasianismo.

En Europa su surgimiento se corresponde con el desarrollo técnico y económico de la civilización industrial, donde el burgués controlaba el gusto artístico de una época cada vez más decadente. Está relacionado con la técnica parnasiana, movimiento literario francés y posromántico de la segunda mitad del siglo XIX que se caracterizó por el amor del “arte por el arte”, por su inspiración en las artes plásticas, por el Esteticismo (nacido en el mismo período en Inglaterra) y por la oposición a los valores culturales de la burguesía.

Los poetas franceses y padres del Parnasianismo, escribían describiendo mundos imaginarios, cargados de elementos mitológicos. Asimismo, defendían la belleza desvinculada de contenidos morales, sociales o de otro tipo. Su filosofía reflejaba el pesimismo por la caída de los sueños, de los ideales y de las culturas. Se relacionan de este modo con el decadentismo de finales del siglo XIX en Francia.

El Modernismo representa un cambio profundo y pasa de lo racional (presente en el realismo y naturalismo) a lo irracional y lo subjetivo. En la narrativa se trastocan los valores, los objetivos artísticos y morales tradicionales, alejándose de la representación diáfana de la realidad y sirviéndose del Simbolismo.

El materialismo aparente de la naciente época industrial no encajaba como modelo estético para el arte, con lo cual el artista se evade para crear una obra repleta de mundos fantásticos y exóticos. Aunque, según Lourdes Sánchez Rodrigo, profesora de la Universidad de Granada, esta evasión no debería entenderse como la característica más notoria de los modernistas, sino que habría que tener en cuenta el compromiso social y revolucionario, presentes en el anhelo de transformar el mundo mediante el arte y la cultura.

Los autores modernistas, a diferencia de los autores de pura línea parnasiana, se evaden mirando hacia el mundo interior del artista, por tanto su carácter es más intimista. Abogan también por el Esteticismo y su doctrina de que el arte existe para beneficio de la exaltación de la belleza. Rechazan lo vulgar, lo rutinario, lo conformista. Escapan de la realidad despreciable a través del arte, de la irracionalidad, la fantasía, la pasión exaltada, la melancolía y la tristeza profunda, en una búsqueda de arte nuevo y ruptura con todo lo anterior. El amor en sus obras se presenta omnipresente, por una parte, el amor no correspondido y habitualmente imposible, y por otra, el amor erótico que descansa en actitudes amorales donde, coincidiendo con el Romanticismo, le conceden un papel relevante a la mujer bella y cruel a la vez.

Tradicionalmente, el comienzo del Modernismo literario se asocia con la publicación de “Azul”, del poeta nicaragüense Rubén Darío en 1888, un libro de cuentos y poemas que la mayoría de coetáneos no entendieron por su marcada estética modernista. Más adelante esta obra pasó a ser considerada una de las más relevantes del modernismo hispánico y al autor como su mayor representante.

Su asentamiento en España se agrupa con el traslado de algunos artistas plásticos catalanes a la capital de Francia en el año 1990 y con la llegada a Cataluña de Rubén Darío en 1892. Aunque no podemos olvidar el desastre del 98, el cual supuso un generalizado sentimiento pesimista y de incredibilidad hacia la sociedad española. Tras sufrir un golpe moral por la pérdida de las colonias, para muchos España pasaba a ser una nación endeble con una marcada decadencia militar, política y económica frente a los países vecinos.

En cuanto al lenguaje, el autor modernista apunta hacia un sector minoritario que sepa entender los atípicos adjetivos, apostando por lo que se sugiere y por lo que la palabra evoca. Un lenguaje cotidiano dotado de un significado diferente al que posee el lenguaje común. Por tanto, el arte será para quienes lo sepan apreciar. El artista, impregnado de cierta dosis de nihilismo existencial, rechaza todos los principios morales establecidos en la época, sosteniendo que la vida carece de sentido y de significado objetivo. Antonio Machado expresa, refiriéndose al Modernismo:

“…y por Modernismo se entiende todo lo que no se entiende”.

Se tratan de textos cargados de elementos que encarnan un determinado ideal de belleza, mundos fantásticos con campos, jardines y lagos habitados por animales exóticos, princesas, reyes y países lejanos imposibles. Los versos, dotados de musicalidad y métrica ampliada, rechazan melancólicamente el mundo real, conjugando ritmo, color y plasticidad.

En España el Modernismo y la Generación del 98 se desarrollan simultáneamente, en el período comprendido entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Ambas corrientes artísticas coinciden en sus comienzos con el rechazo de la situación política y social de la época, con el desprecio hacia la mercantilización del arte y hacia los gustos artísticos generados de la civilización industrial.

Como ya dijimos en nuestro blog que trata sobre la obra de Antonio Machado, la inspiración de la Generación del 98 nace de los conflictos sociales y de la crisis de las colonias, en un deseo de regenerar una España atrasada y empobrecida. Los artistas se centrarán en el ensayo, la novela, el teatro y el periodismo para facilitar la esencia de los mensajes comprometidos y regeneracionistas. Recordemos que Regeneracionismo es la corriente ideológica que, a caballo entre los siglos XIX y XX, reflexiona sobre la nación española e intenta repararla poniendo remedio a su decadencia.

La Generación del 98 busca transformar la realidad presente, pero sin alterar la esencia de España. Se sirve de la vida cotidiana española, de sus habitantes y de los campos para recuperar el sentido de la existencia. Manifiesta un gran interés idealizando los viejos pueblos y paisajes castellanos.

Tanto los artistas modernistas como los de la Generación del 98 se reunían en lugares comunes de tertulias, compartían el estilo y la estética de la Europa de la época, criticaban el régimen de la restauración y colaboraban en suplementos culturales de la prensa diaria.

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Enlaces de interés:

https://porfolio-digital-4eso.weebly.com/modernismo-generacion98.html

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